miércoles, 29 de abril de 2020


Yuliana Marín

Tengo un conflicto con el ser anónimo, con el ser debrayado y el ser humano. Tengo un conflicto con el cuerpo, con quien te toca y te besa y se come el tiempo. Tengo un escarabajo por dentro que está a dieta y es lunático, tengo un conflicto con tus ojos y tu aliento.
También tiemblo.
Tu sillón y yo tenemos historia. Después de titiritar en la calle, caminar a pasos cortos por el frío, de tomar fotos en Bellas Artes, comprar el desayuno, verte, sobretodo verte indiferente, no poder tomarte de la mano, llegar a tu apartamento, que tú hicieras el desayuno y es que joder tú siempre me preparas el desayuno, y hasta ese momento seguir esperando besarte, desayunar de una manera tan exquisita, poner la tv, sentarme en tu sillón, y repito, tu sillón y yo tenemos historia, verte frente a mí, ponernos a hablar, hay dos palabras que no salen de mi cabeza; la primera es PERDÓN, la segunda es CANÁDA, y es que no he dejado de pensar en tu intercambio escolar, pero tampoco puedo dejar de pensar en ese día que fallé y no paro de repetir perdón. Tus brazos son mi casa, y ahora mi casa está tibia, me cobijas, me tomas, soy tuya, te abrazo, siento tus caricias y mi corazón se sale de mi pecho, no puedo, no puedo, y es que se acelera mi respiración, me quito, me pongo de pie, me siento sobre tus piernas, te beso, por fin te beso, te miro, me miras, sonrió. Vamos a un lugar más obscuro. Te veo entre las sombras, debajo de la sabana, mis manos están frías, tu cuerpo se eriza; cógeme la mano, bésame los ojos, lame mis estrías, toma mi cabello, cántame al oído. Escucho que tiemblas, yo también tiemblo, sabor a chocolate amargo, y te beso de nuevo. Me abrazas, cierro los ojos, eres lo único que quiero.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Archivos textuales

https://drive.google.com/file/d/1cXDAj4rD2TQbFSFheA5QCzT_EMjAZvV2/view?usp=sharing