Yuliana Marín
Tengo un conflicto
con el ser anónimo, con el ser debrayado y el ser humano. Tengo un conflicto
con el cuerpo, con quien te toca y te besa y se come el tiempo. Tengo un
escarabajo por dentro que está a dieta y es lunático, tengo un conflicto con
tus ojos y tu aliento.
También tiemblo.
Tu sillón y yo
tenemos historia. Después de titiritar en la calle, caminar a pasos cortos por
el frío, de tomar fotos en Bellas Artes, comprar el desayuno, verte, sobretodo
verte indiferente, no poder tomarte de la mano, llegar a tu apartamento, que tú
hicieras el desayuno y es que joder tú siempre me preparas el desayuno, y hasta
ese momento seguir esperando besarte, desayunar de una manera tan exquisita,
poner la tv, sentarme en tu sillón, y repito, tu sillón y yo tenemos historia,
verte frente a mí, ponernos a hablar, hay dos palabras que no salen de mi
cabeza; la primera es PERDÓN, la segunda es CANÁDA, y es que no he dejado de
pensar en tu intercambio escolar, pero tampoco puedo dejar de pensar en ese día
que fallé y no paro de repetir perdón. Tus brazos son mi casa, y ahora mi casa
está tibia, me cobijas, me tomas, soy tuya, te abrazo, siento tus caricias y mi
corazón se sale de mi pecho, no puedo, no puedo, y es que se acelera mi
respiración, me quito, me pongo de pie, me siento sobre tus piernas, te beso,
por fin te beso, te miro, me miras, sonrió. Vamos a un lugar más obscuro. Te
veo entre las sombras, debajo de la sabana, mis manos están frías, tu cuerpo se
eriza; cógeme la mano, bésame los ojos, lame mis estrías, toma mi cabello,
cántame al oído. Escucho que tiemblas, yo también tiemblo, sabor a chocolate
amargo, y te beso de nuevo. Me abrazas, cierro los ojos, eres lo único que
quiero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario